LA MISIÓN DEL CENTINELA

martes, marzo 16, 2010

¿QUÉ HARÍAS TÚ?




Qué harías tú, si los países de alrededor atacaran a tu país donde vives con toda tu familia y expulsaran a sus habitantes de su propio territorio, que han vivido no por doscientos años como país independiente; sino, por un tiempo de 1.500 años. Y fueran deportados a esos países por espacio de muchísimos años.

Luego de esa lamentable situación y aun estando dispersos y deportados en tales países, para exterminarlos, matan de ellos a 6.000.000 de tus connacionales.

Aun así, los pocos de tu país que todavía quedan están unidos y guardan sus festividades y costumbres, a pesar del desprecio y burla de quienes los han deportado injustamente.

Luego, Las Naciones Unidas, viendo que, a pesar del tiempo transcurrido, los sobrevivientes del genocidio siguen existiendo como una comunidad claramente diferenciada y destacable, gente trabajadora y progresista; de común acuerdo deciden otorgarles una muy pequeña parte de su territorio original, para que allí, en convivencia con los actuales habitantes, puedan vivir todos ellos juntos en su tierra original -cuya extensión ha sido notoriamente reducida- dándoles la inmensa dicha de poder llamar nuevamente a esa pequeña porción, con el nombre de su nación.

¿Qué harías tú, que también eres de esa nación? ¿Te alegrarías, aunque tu dicha no fuera completa?

¿Qué harías tú, si los países de alrededor no reconocieran tu pequeño territorio y te hostigaran constantemente, bombardeándote con sus misiles todos los días, causando muertes de civiles, niños y adultos que deambulan por las calles o que están internados en hospitales o estudiando en sus escuelas?

¿Qué harías tú? ¿Dejarías que te diezmen, te aniquilen, te destruyan de a poco?

¡Algo tendrías que hacer! De lo contrario, serías un traidor a tu patria, a tus connacionales, a tus familiares y a ti mismo.

Piénsalo. Hay judíos ateos, que no creen en La Biblia y mucho menos, en el Mesías Jesús. Pero aun así, tienen su razón y su corazón en defender a su patria. Muchos judíos creen en Jehová Dios y en Su Palabra, aunque no aceptan a Jesús como el Mesías que siempre han esperado. Ellos también tienen sus razones para defender a su patria, la tierra que Dios mismo les repartió por herencia. (Génesis 13.15 y Josué 1.3-4).

Está suficientemente probado que antaño existió la Nación de Israel. Hay abundantes pruebas arqueológicas que corroboran el asentamiento definitivo de los hebreos -judíos e israelitas- en el Medio Oriente. Cuando el Señor eligió al pueblo hebreo siempre tuvo en mente que sería una Nación grande y numerosa. (Génesis 12.2 y Génesis 22.17).

Muchos pueblos fueron nómades, muchos pueblos salieron de sus lugares buscando un mejor territorio y lo conquistaron. Esto fue hace miles de años. Pretender echar a los judíos de su tierra porque antes de su conquista había otros habitantes originarios, es un absurdo.

En América del Sur -sólo por dar un ejemplo- la mayoría somos españoles, italianos, portugueses, eslavos, ingleses que hemos venido de otras tierras ocupando el territorio de los pueblos aborígenes.

Ahora los que vivimos aquí somos argentinos, chilenos, uruguayos, brasileros, paraguayos, bolivianos y peruanos, legitimados por nuestras respectivas independencias. No hemos deportado a ningún pueblo que tenga el derecho a regresar. Hemos venido a compartir las tierras con los pueblos aborígenes o indios; términos ambos, que hace un tiempo, por error, creímos incorrectos.

Sí es muy lamentable la matanza que todos los países nombrados hemos hecho a los valerosos pueblos indios. Esto es lamentable, pero corresponde a otro capítulo de este gran tema, que no trataremos aquí.

¿Por qué en Israel pueden convivir personas de todas las naciones, incluso árabes? ¿Por qué pueden convivir en Israel personas de todas las religiones, incluso musulmanes?

¿Por qué, a pesar de que Israel está devolviendo pacíficamente las tierras tomadas en la última Guerra, es constantemente agredido?

¿Por qué los judíos no tienen acceso a los países limítrofes, no pueden vivir pacíficamente allí, como aquellos sí lo pueden hacer dentro de las fronteras de Israel?

Dios nos ilumine para entender esta guerra -que no queremos ni aplaudimos- y este conflicto, desde su verdadera perspectiva.

En cuanto a la elección de Israel como Pueblo Elegido por Dios, esto no es ‘discriminación’, porque se ha entendido mal el concepto de Elección. Notemos lo que dice La Palabra de Dios, La Santa Biblia: “No por ser vosotros MÁS QUE TODOS los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais EL MÁS INSIGNIFICANTE DE TODOS los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto”. (Deuteronomio 7.7-8).

Los genuinos cristianos, aquellos que hemos experimentado un verdadero arrepentimiento de nuestros muchos pecados, los que disfrutamos del amplio perdón de Dios, los que hemos comprobado en nuestras vidas el poder transformador del Señor también participamos de este Pueblo de Dios escogido: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la Sangre de Cristo. Porque Él es nuestra Paz, que DE AMBOS PUEBLOS HIZO UNO, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en Su carne las enemistades, la Ley de los Mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos UN SOLO Y NUEVO HOMBRE, haciendo la Paz, y mediante la Cruz reconciliar con Dios A AMBOS EN UN SOLO CUERPO, matando en ella las enemistades”. (Efesios 2.13-16).

También de los cristianos dice Las Sagradas Escrituras: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que NO SOIS MUCHOS SABIOS según la carne, NI MUCHOS PODEROSOS, NI MUCHOS NOBLES; sino que LO NECIO del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y LO DÉBIL del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y LO VIL del mundo y lo MENOSPRECIADO escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que NADIE SE JACTE en Su presencia.” (1º Corintios 1.26-29).

Tanto los judíos como los cristianos hemos sido llamados y escogidos para llevar el conocimiento de Dios a todas las naciones. Israel en su momento falló en su cometido; los cristianos, con muchas debilidades, estamos llevando la palabra del Evangelio a todas las naciones y a todos los idiomas, lenguas y dialectos.

Ya que el mundo en general le dio las espaldas a Dios, el Señor escogió a algunos, que no brillan precisamente por su capacidad o sabiduría, pero que se han humillado en la presencia de Dios para ser luz a las naciones.

Las injusticias que vemos en el mundo ocurren como consecuencia de haber dado las espaldas a Dios. Es como que yo le advierto a mi hija: “no toques la tetera porque está caliente” y ella me desobedece y se quema. ¿Yo tengo la culpa? Así con Dios; Él advirtió a la Humanidad, pero el hombre no le hizo caso; lo desobedeció. Las consecuencias son guerras, hambre, pobreza, vicios, sida, adulterios, hijos abandonados y una larga lista de pecados, situaciones tristes, y consecuencias indeseadas.

Jesucristo es la única respuesta y esperanza para la Humanidad.

Los cristianos gentiles no componemos únicamente el Pueblo Elegido de Dios; este pueblo está compuesto por Judíos Mesiánicos y Cristianos Gentiles; lo cual es la Iglesia. Pero no debemos olvidar nunca, que en ese pueblo están también incluidos los judíos mesiánicos.

Sin embargo, Dios no se refiere a la Iglesia cuando en el Viejo Pacto habla de Su Pueblo Elegido: se refiere específicamente a la nación de Israel. Una nación a la cual Dios entregó la Tierra Prometida, con fronteras perfectamente delimitadas.

El Señor les advirtió que serían deportados y esparcidos de allí, si no obedecían Sus Mandamientos, lo cual ocurrió efectivamente. Pero las profecías dicen que Dios devolvería a Israel su tierra y allí habitarían confiadamente. Esto no está sujeto a espiritualización acerca de la Iglesia.

La Palabra de Dios indica que volarán regresando a su tierra, desde todas las naciones en donde fueron esparcidos (Isaías 11.13-14; 60.1-10); profetizado cuando todavía no existía la aeronavegación.

También dice La Palabra de Dios, acerca de un milagro: una nación nacerá en un día: (Isaías 66.7-12).

Lo importante aquí es que Dios fue Quien les otorgó la Tierra Prometida a los hebreos -judíos e israelitas- ordenando exterminar a todos los habitantes de Canaán. No es un problema con los judíos; es un problema con Dios. Es responsabilidad de Dios lo que ocurrió en ese tiempo. Y fue la mano de Dios la que dio cumplimiento en 1948 al milagro del nacimiento de una nación en un día: 14 de mayo. Para ello, utilizó a las Naciones Unidas.

Aun el uso de canciones con melodías y letra traducidas del idioma hebreo -siempre y cuando no adopten las ordenanzas del Viejo Pacto, como la circuncisión, el sábado, etc., son una realidad que no podemos soslayar; la organización de las iglesias con ancianos constituidos tiene directo antecedente judaico y es ordenanza bíblica del Nuevo Pacto. Lo mismo podemos decir del Bautismo, y de la Cena del Señor nacida en la celebración de la Pascua.

Las mismas citas del Nuevo Testamento hacen referencia a escritos judíos del Antiguo Testamento. Todas las historias bíblicas tienen trasfondo judío. María fue judía y el Salvador de los gentiles fue judío. Y todas las naciones del mundo (Argentina, Puerto Rico, Irak, Egipto, Irán, Siria, Alemania, Rusia, Francia, Cuba por citar sólo algunas naciones) tendrán que servir a la nación de Israel y traer a ella sus riquezas; y guay de aquella que se retobe. (Isaías 60.11-12).

"Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán... y tu pueblo, todos ellos... para siempre heredarán la tierra". (Isaías 60.14, 21). ¿Nacionalismo extremo y fanático, o profecía divina? ¿Quién escribió estas palabras, un escriba celoso o el Dios celoso? Pues, tendrán que enojarse con Dios y vérselas con Él.

Todo aquel que lee La Biblia con ojos puramente humanos verá que los judíos siempre se han creído un pueblo especial, elegido, exclusivo; solamente su Dios es el verdadero y son falsos los dioses de las demás naciones; creen que Dios les entregó la tierra de Canaán, y que la Salvación viene de los judíos. Por esto es que los gentiles echan toda la culpa a los judíos.

Pero alguna vez los gentiles entenderán que la 'culpa' (irónicamente hablando, por eso las comillas) no la tienen los judíos, sino el Dios de los judíos, que es el mismo Dios de los cristianos, el cual es el Creador del Universo.

Alguna vez entenderán también los judíos que Jehová es Jesús. Y todos, gentiles y judíos tendremos que doblar nuestras rodillas ante Jehová-Jesús.

El mismo que Maldice y el mismo que Bendice; el mismo que Salva y el mismo que Condena. El mismo que es Justicia y el mismo que es Amor. El Señor es Quien otorgó esa tierra a Israel; Él es el Único responsable, aunque haya utilizado en la era moderna a la ONU.

El atributo divino que une el Amor con la Justicia es la Santidad.

Estas guerras horribles, sangrientas, injustas porque mueren decenas y cientos de inocentes, no traerán nunca la verdadera Paz. Ésta solamente vendrá cuando regrese el Rey con sus santos.

En cuanto al amor que debemos tener hacia los semitas que no son judíos y hacia todos los islámicos, ¡Amén! Debemos orar por ellos; muchos son también semitas, como lo son los judíos. Y la Iglesia debe enviar a valientes cristianos que les presenten el Mensaje de Salvación, aun corriendo grandes riesgos y graves peligros.

En toda La Biblia -la cual creo verbal y plenariamente inspirada por el Espíritu Santo sin errores ni contradicciones- se expresa la misma verdad: Dios eligió UN PUEBLO; no escogió a toda la humanidad, precisamente porque toda ella le había dado las espaldas; incluso el mismo Abram era idólatra. Pero soberanamente, Jehová Dios llama a Abram y le cambia la perspectiva y el horizonte de su vida; el cambio de su nombre por Abraham es prueba de ello.

Los hebreos -el pueblo elegido por Dios- no por las obras, sino por su llamamiento, tenía una Misión: dar a conocer el Nombre y la Palabra a todas las naciones. Si lo cumplían cabalmente, éstas dirían: "Ciertamente, PUEBLO sabio y entendido, NACIÓN GRANDE es esta." (Deuteronomio 4.6).

"Porque, ¿qué NACIÓN GRANDE hay, que tenga dioses tan cercanos a ellos, como lo está JEHOVÁ NUESTRO DIOS, en todo cuanto Le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga ESTATUTOS Y JUICIOS JUSTOS como es toda esta Ley que yo pongo hoy delante de vosotros?". (Deuteronomio 4.7-8).

Un Dios GRANDE, un Libro GRANDE y un Pueblo GRANDE. Dicho al revés, la grandeza de un Pueblo está en directa proporción a la grandeza de su Libro observado y su Dios respetado.

La nación hebrea, compuesta luego del cisma en judíos e israelitas, pero conocido en su conjunto como Israel, no cumplió cabalmente con su misión. Pero "éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia". (Romanos 11.31).

Su desobediencia no solamente comprendió el no cumplir su misión de ser sal y luz a las naciones para el conocimiento y obediencia del único Dios; también su desobediencia se extendió al llamado y reconocimiento del Mesías tan esperado: "A lo suyo (no a 'los suyos') vino y los suyos no Le recibieron". (Juan 1.11).

Sin embargo, "¿Ha desechado Dios a SU PUEBLO? En NINGUNA MANERA". (Romanos 11.1). "Y luego TODO ISRAEL será salvo". (Romanos 11.26). "No ha desechado Dios a SU PUEBLO, al cual desde antes conoció. (Romanos 11.2). Tomando la correcta acepción de la expresión ‘antisemita’ (que no significa en rigor, antijudío) Dios, entonces, (irónicamente hablando) es el primer ‘antisemita’: "A Jacob AMÉ, mas a Esaú ABORRECÍ". (Malaquías 1.2-3 y Romanos 9.13). (ESAÚ = EDOMITAS).

"¿Qué dice La Escritura? ECHA FUERA A LA ESCLAVA Y A SU HIJO, PORQUE NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA ESCLAVA CON EL HIJO DE LA LIBRE". (Gálatas 4.30). (ISMAEL = LA RAZA ÁRABE).

En toda La Biblia Dios hace una clara diferencia entre Israel y el resto de los semitas, entre Israel y el resto del mundo. La única vez que la regla se quiebra y hay una excepción es con la Iglesia: "porque de AMBOS PUEBLOS hizo uno". (Efesios 2.14).

La construcción del túnel de Ezequías para traer las aguas al interior de la ciudad como prevención en casos de que la ciudad fuese sitiada, pareciera una figura profética. El relato escrito descubierto en las paredes rocosas del túnel dice:

"Ahora, ésta fue la historia de la excavación: mientras los hombres estaban aun levantando las picas, cada uno hacia su contrario, y mientras faltaban aún tres codos por cortar, OYERON LA VOZ DEL OTRO QUE LLAMABA A SU VECINO, ya que había una prominencia en los lados derecho e izquierdo. Y en el día de la excavación los picapedreros golpearon, y VIERON A SU CONTRARIO con la pica al frente, y entonces LAS AGUAS del arroyo a la piscina CORRIERON por mil doscientos codos, y un codo fue la altura de la roca sobre la cabeza de los trabajadores". (Ver 2º Reyes 20.20).

Sólo que la Gran Tarea de la unión de dos pueblos en uno fue "el fruto de la aflicción de Su alma". (Isaías 53.11).

Pero aun así, aunque espiritualmente los judíos mesiánicos y los cristianos gentiles pasamos a integrar el UN SOLO PUEBLO del Señor, históricamente y proféticamente Dios tiene un tratamiento EXCLUSIVO con Israel; hay una parte de Su propósito que espera el cumplimiento consumado: "porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira". (Sofonías 3.8).

"Jehová... ha echado fuera tus enemigos" (v.15) "Jehová está en medio de ti" (v.17) "y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra" (v.19) "pues os pondré para renombre y para alabanza ENTRE TODOS LOS PUEBLOS DE LA TIERRA" (V.20).

"Porque ha dicho Jehová de los ejércitos: tras la gloria me enviará él a LAS NACIONES QUE OS DESPOJARON; porque el que os toca, toca a la pupila de Mi ojo". (Zacarías 2.8 - traducción según el original).

“Haré de ti una NACIÓN GRANDE, y te bendeciré, y ENGRANDECERÉ TU NOMBRE, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas EN TI todas las familias de la tierra”. (Génesis 12.2-3).

Si la humanidad comprendiera y creyera la grandeza de esta promesa, mucha gente estaría dispuesta a dar toda su riqueza, si con ello pudiese pertenecer a este Pueblo. ¡Con razón, algunos cristianos, en su ignorancia escritural, pero en su sensibilidad espiritual desean aun circuncidarse!
Doy gracias a Dios, que pude comprender la gran verdad escritural: en Cristo somos UN PUEBLO; Dios derribó la pared intermedia de separación. (Efesios 2.14).

Pero aun así, el Señor tiene un tratamiento especial para Su Pueblo visible: la nación de Israel compuesta por judíos e israelitas que allí viven y por judíos e israelitas que vendrán de todas las naciones, a la Tierra que fluye leche y miel: “Jehová nos sacó de Egipto… y nos trajo a este lugar, Y NOS DIO ESTA TIERRA, tierra que fluye leche y miel”. (Deuteronomio 26.8-9).

Dado que las naciones de alrededor nunca han aceptado que Israel sea nación y habite en la tierra que Dios le dio, han atacado a Israel constantemente. Igualmente sucedió luego de la disposición de las Naciones Unidas. Al ser constantemente agredidos, Israel ha tomado más tierras por prevención, ha construido un muro, se ha pertrechado con el ejército y armamentos más modernos del mundo.

La delimitación exacta es la única que pretende Israel; la porción que Jehová les asignó. Esto se cumplirá plenamente cuando Jesucristo venga a reinar en forma visible a esta tierra. No olvidemos que Jesucristo hará una clara discriminación (diferencia, distinción) entre las naciones: no gobernará desde el Líbano ni desde Egipto, ni desde Arabia, ni desde Irán; gobernará desde Jerusalén, capital de Israel. (Zacarías 14.1-21).

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: en aquellos días acontecerá que diez hombres DE LAS NACIONES DE TODA LENGUA tomarán del manto A UN JUDÍO, diciendo: iremos con vosotros, porque hemos oído que DIOS ESTÁ CON VOSOTROS.” (Zacarías 8.23).

“Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición.” (Zacarías 8.13).
Los musulmanes hablan de Alá como el único Dios; pero su dios no es mi Dios. Los judíos hablan de JEHOVÁ como el único Dios; y es precisamente, mi Dios. Con la diferencia que ellos, al no aceptar al Mesías que vino, aún lo están esperando. No saben que JEHOVÁ ES JESÚS. Cuando un judío recibe a Jesús el Mesías, COMPLETA su fe. Un judío completo es aquel que comprende, cree, acepta y entrega toda su vida al Mesías Jesús. Los judíos no son mis hermanos en Cristo, tampoco lo son los musulmanes; pero sí son mis hermanos los judíos mesiánicos. Judío mesiánico es compatible con la fe de Jesús, es mi hermano en Cristo. Musulmán y mesiánico es totalmente incompatible con el Evangelio de Cristo.

A un judío devoto en Jehová y Su Palabra no se le puede predicar como a los gentiles: -Conviértase a Dios, arrepiéntase de sus pecados. ¡Él ya lo hizo! Le falta comprender que el Mesías ya vino y es Jesús, y que debe aceptarlo y rendir su vida a Su Señorío, para ser salvo. En realidad, cuando acepte a Jesucristo en su vida, tendrá una conversión y un arrepentimiento, amplios. Como dice La Palabra: “Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando SE CONVIERTAN AL SEÑOR, el velo se quitará.” (2º Corintios 3.14-16).

Es interesante y revelador notar que la Humanidad pecadora siempre trata de desacreditar al Pueblo de los judíos, al Libro de los judíos y al Dios de los judíos. Pero no saben que, si quitamos o anulamos de nuestra mente y corazón al Dios de los judíos, al Libro de los judíos y al Pueblo de los judíos, nos quedamos sin Creador, sin Biblia y sin Evangelio. Porque no hay Nuevo Pacto sin Viejo Pacto.

Marcos Andrés Nehoda
pastor